El éxito de una operación es tener a las personas correctas en los lugares correctos. Esto lo experimentamos aquellos que en alguna ocasión hemos tenido algún desperfecto mecánico con el vehiculo y abrimos el capó del carro y nos quedamos parados en frente viendo los cables, el motor y todo lo que ahí esta como si supiéramos que hacer. Movemos unos conectores, nos vamos al lado del vehiculo para ver ese ángulo, vemos debajo del vehiculo y damos la apariencia que sabemos lo que hacemos. Pero la realidad es que en la mayoría de los casos, no sabemos que hacer.
Así son las personas asignadas a los puestos de servicio en la Iglesia cuando no son las idóneas. Están ahí, y pareciera que saben lo que hacen, pero la realidad es otra.
No es culpa de los servidores, sino de los líderes. Es responsabilidad del líder saber identificar los dones que cada servidor tiene para poderlo asignar al área correcta. Esto es fácil de ver en los equipos de alabanza, pero para no tocar ese tema tan susceptible (ya Noel Navas tocó este tema aquí), hablemos del diaconado. ¿A cuantas personas les han dicho: Ud. Solo párese allí y salude a los que vayan entrando? ¿Sencillo verdad? Eso no requiere de mayor ciencia para logarlo. Pero no todos tienen el don de saludar amablemente.
La clave es identificar “los diferentes dones, según la gracia que nos es dada”, para poder asignar a las personas a las tareas adecuadas. Así que la próxima vez que quieras asignar a una persona a alguna actividad específica asegúrate que sea la persona idónea para el trabajo.
No hay personas no aptas, todos tenemos dones, cualidades que podemos poner al servicio del Reino, solo hay personas correctas en puestos incorrectos.
UCD
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