sábado, 14 de diciembre de 2013

La regla de oro... que nadie cumple

La regla de oro es tratar a los demás como yo quiero ser tratado. No es tratar a los demás como me tratan, eso es diferente. Pero practicamos más lo segundo que lo primero.

Es más, vivimos de tal manera que no cumplimos la regla de oro pero esperamos que los demás la cumplan con nosotros.


C. S. Lewis en su libro Mere Christianity le llama la Ley Moral, o la Ley del Bien y del Mal. Ahí explica cómo la mayoría no cumple esta ley. Viven como si no hay Ley Moral, como que no hay Bien ni Mal, o solo Bien cuando es conveniente.

Lewis comparte cómo un individuo puede ignorar esta ley hasta que no es aplicada a su persona y es perjudicado por la falta de aplicación de la misma. Egoísmo puro.

Y es que desde el Edén somos así. Siempre buscando nuestro bienestar por encima de los demás. Lo he dicho y lo repito: ¿de que me sirve el éxito si no tengo con quién compartirlo? ¿De que me sirve ser rico si mi vecino está pasando penas? ¿De qué me sirve la salud si mi familiar se está muriendo?

¿De que me sirve ser cristiano si no comparto con otros lo que Dios ha hecho en mí y los encamino en su propia aventura con Dios?


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