La regla de oro es tratar a los demás como yo quiero ser
tratado. No es tratar a los demás como me tratan, eso es diferente. Pero practicamos
más lo segundo que lo primero.
Es más, vivimos de tal manera que no cumplimos la regla de
oro pero esperamos que los demás la cumplan con nosotros.
C. S. Lewis en su libro Mere Christianity le llama la Ley
Moral, o la Ley del Bien y del Mal. Ahí explica cómo la mayoría no cumple esta
ley. Viven como si no hay Ley Moral, como que no hay Bien ni Mal, o solo Bien
cuando es conveniente.
Lewis comparte cómo un individuo puede ignorar esta ley
hasta que no es aplicada a su persona y es perjudicado por la falta de
aplicación de la misma. Egoísmo puro.
Y es que desde el Edén somos así. Siempre buscando nuestro
bienestar por encima de los demás. Lo he dicho y lo repito: ¿de que me sirve el
éxito si no tengo con quién compartirlo? ¿De que me sirve ser rico si mi vecino
está pasando penas? ¿De qué me sirve la salud si mi familiar se está muriendo?
¿De que me sirve ser cristiano si no comparto con otros lo
que Dios ha hecho en mí y los encamino en su propia aventura con Dios?
¿Qué opinas?
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