Este mes ha sido de luchas internas. Luchas contra la realidad. Luchas contra lo irreal, contra lo presente, lo pasado y lo futuro. Tal y como lo comente en FB, soy promotor de cambios y al mismo tiempo los odio. Pero también tuve que darme cuenta que solo los valientes enfrentan los cambios.
Bien lo dijo Pablo. Tuve que cambiar mi forma de pensar. Tuve que enfrentar mis temores, mi orgullo, mis razonamientos y dedicarme a pensar en lo bueno que los cambios traerán a mi vida. No pude seguir lamiendo las heridas que todo cambio trae consigo. Eso es de cobardes.
Y es que es difícil pensar en lo bueno, en lo que vale la pena pensar porque nuestra mente está acostumbrada a renegar, a ver lo malo y lo feo. Se requiere del doble o triple de esfuerzo por pensar en aquello que te beneficia. Por eso la mente es el campo de batalla de todo ser humano.
En la mente no hay religión que valga, no hay “background” familiar. No hay nada, solo tú y tu habilidad de controlar esos pensamientos. Lo bueno es que no estamos solos. Muchos tenemos alguien que nos ayuda a recapacitar cuando estamos dejando que lo negativo domine sobre lo positivo.
La diferencia está entre los que quieren y los que no quieren. Los que quieren dominar sus pensamientos sobresalen de entre la multitud, los que no…bueno, simplemente viven la vida como espectadores y no como los protagonistas. Son generadores pero de desecho orgánico.
Los valientes caen, pero se levantan, analizan los obstáculos y los enfrentan de nuevo. Eso fue lo que nos enseñó Jesús. A no darnos por vencidos. Él mismo dijo que tendríamos dificultades, así que más vale que nos vayamos acostumbrándonos a ellas. O mejor dicho más les vale a ellas que se vayan acostumbrándose a nosotros.
El reino es de los valientes, de los atrevidos, de los que no le hacen caso a las heridas. Enfrenta tus temores y sabrás que no son más que simples temores. Enfrenta tus retos, enfrenta tus pensamientos. Enfréntate a ti mismo.
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