El verdadero líder busca ayuda cuando las cosas no van bien. Cuando empezamos a debilitarnos en un área es indispensable que busquemos ayuda. Pero no de la divina, porque se da por hecho que lo hacemos a diario, sino de la humana. Ayuda del líder inmediato, del colega, inclusive de alguno de los colaboradores que tengamos a cargo.
He visto como muchos líderes sucumben ante las circunstancias por la falta de consejo, y no porque no lo tengan sino porque no lo buscan. Hemos creado esta burbuja de perfección en donde no podemos demostrar debilidad o flaqueza. Bueno, no es que no podamos, es que no queremos. Nuestro orgullo de “líderes” nos dice que los demás no pueden saber que estoy pasando por problemas.
Craso error.
La incapacidad de reconocer nuestras limitaciones es prueba de inmadurez espiritual.
¿Cuánto nos cuenta pedir ayuda?
El que tengamos un puesto de liderazgo no nos hace inmunes a los problemas personales, materiales, espirituales, etc. Pero qué difícil es decir: Ayuda, me estoy hundiendo! Tal y como lo expresó Pedro cuando caminó sobre las aguas.
Por lo general el líder busca su líder inmediato para soluciones, si esta persona no está disponible buscará a su compañero de milicia. Y si este no está disponible ¿Qué?
¿Porque no ir con un colaborador y abrir nuestro corazón? ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso seremos menos líderes por mostrar nuestra humanidad?
Al contrario. El líder que muestra sus debilidades es más influyente que el que aparenta no tener problemas, y mucho más si pide ayuda personal a sus colaboradores.
Así que ¿te estás hundiendo en las aguas de la desesperación? ¿No sabes qué hacer?
Líderes, busquemos ayuda.